LOS CHICOS JUEGAN EN LA PLAZA
Más atrás siluetas juegan tenis.
Todavía más atrás está el zumbido
que se eleva desde algún fluir de tránsito.
Y más atrás el paredón
irregular de los edificios caros
de los cuales a esta hora sólo uno
y sólo en los dos pisos superiores
retiene luz de sol, bastante aguada.
Ahora, fijate lo que pasa:
de entre la ronda de pinos que son tu primer plano
alguien, un pájaro, rompe a trinar
a todo lo que da,
con desafío y con oficio:
es breve lo que emite, y eficiente.
Si estabas con la vista sobre el libro
al mirar hacia arriba entendés de un tirón
qué es lo que imanta esas capas superpuestas
de urbanismo irreal que te contienen.
Cómo es que no se desmoronan
estrato por estrato dejándolos a ustedes
desnudos en mitad del escenario.
Pero entender fue tan fugaz
como el grito del pájaro.
DEMOLIERON EL HOTEL DE ENFRENTE
Demolieron el hotel de enfrente
en no más de tres días
así como el avión del que bajé
volvió a hundirse en el cielo
mientras yo empujaba mi carrito
y empujaba hacia el fondo el castellano
componiendo mi mejor versión:
agente secreta en migraciones
o capataza de obra
parada con las piernas semiabiertas
sobre las últimas ruinas
de lo que alguna vez fue un tercer piso
con el casco bien puesto
y la mirada en señal de rompan todo.
ESTOY LEYENDO EN EL CONO DE LUZ
Estoy leyendo en el cono de luz
turbia y amarillenta que da el auto
con el cinturón puesto, con la niña dormida
a lo largo del asiento de atrás
con el cielo, afuera, oscureciéndose
con el silencio, adentro, aproximándose
al momento esperado: la abducción
certera y minuciosa hacia otro cielo
otro auto, otro cono de luz
igualmente turbio donde sigo leyendo.
FÁBULA DEL GRAN DANÉS
Yo dije por decir: me gustaría
tener un Gran Danés, porque en la calle
qué regios quedaríamos.
Él a mi lado, un novio principesco,
y yo despreocupada, conversándole.
Y se me respondió: qué estupidez,
qué proyecto imposible.
¿Quién puede mantener un Gran Danés?
Es grande, caro, tonto, blablablá.
Alguien que así se expresa, pensé yo,
no te conviene. No sabe interpretar
tus devaneos. Baja el puño
sobre la fantasía salvadora.
Alejate de él. Y me alejé.
del libro La altura (Buenos Aires, Bajo la luna, 2016)
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Laura Wittner nació en Buenos Aires en diciembre de 1967. Estudió literatura y escritura con Juan Carlos Martini Real. Es Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires, coordina talleres de poesía y traducción y trabaja como traductora para diversas editoriales. Publicó los libros de poesía El pasillo del tren (Buenos Aires, Trompa de Falopo, 1996), Los cosacos (Buenos Aires, Ediciones del Diego, 1998), Las últimas mudanzas (Bahía Blanca, Vox, 2001), La tomadora de café (Bahía Blanca, Vox, 2005), Lluvias (Buenos Aires, Bajo la luna, 2009), Balbuceos en una misma dirección (Buenos Aires, Gog y Magog, 2011) y La altura (Buenos Aires, Bajo la Luna, 2016).