1 (marco y paspartú)
¡Dewi Sri! (tú) no sólo no sabes como
se sentía lisiado de ti
quien…
—lo entreveía escrito debajo del dibujo
(silencio pegajoso el traqueteo de la imagen.
saturada gama
sincopados grises el limbo impreso
a espaldas del palíndromo / mandala)
y un par de pinceladas deletreando las escamas.
de dónde habrá salido ese monzón,
allí las estaciones repiten el satén acalorado y
una vaga lanolina de alba distraída en los enjuagues.
qué habrá del kiosco hundido en el vapor,
la ligereza con que descalzaba la rutina o la tramoya
oteada en sílabas devueltas al desdoro de la risa.
¡zarandea a horcajadas esa transparencia que no une!
el aguamanil gesta el incendio y la franela de la cobija
amanece increpando frío,
—la esgrafía
colmó lo turbio en sus redondeces. / ¡somos o
uno o ninguno?
2 (certificada soldadura)
2-1
la realidad es un delito que nos merodea.
los que no nos conocen tienen licencia de
equivocarnos.
¡cómo dar por hecho la modorra sin tedio!
prorrumpo: la brújula no hace al hipopótamo la
boca, ni la luz estirada los álamos
–¿la casualidad los puso como un guijarro
en medio de nuestro claroscuro?–
he tardado tanto –como la fruta en madurar–
para jugar en el recreo del absurdo.
calvo hasta la punta del pelo tiento un ajuar
sin nido.
no sabes cuántas veces lúcido he respirado
el hocico del tuétano.
descuartizada la chacota, mandibuleo a pie de
nuca por una oreja.
—¡alto! ¡quién vive?
—¡el hombre y su vacío! / practicando.
¡mi oficio de existir comete el canto!
la sistémica del poder me sustrae del existir,
y el canto se torna disonante; secreción imposible en
grafía aturdida, música de archipiélagos,
incongruente, sincopado, mono hepático.
¡cómo permitir un despropósito en la salud del hipocampo
o la impunidad del manipuleo y el vacar nos devore? —¡di!
2-2
a)
cierro los ojos: desnuda despiértase la palabra.
sangra el poema su étimo insólito.
amor dice:
construimos alcantarillas de mapas inventados.
monolitos de relámpago en la enagua del fraseo,
golpes de lengua al puro tuétano, en el gestículo.
traqueteos de semántica para la distancia medular
del placer / cosquilleo estomacal:
el diafragma nos ata — geografía de la emoción.
se escurrían las hojas secas igual que fotografías por
ablativas aguas / verbena del otoño
(cordel umbilical en el cuarto de revelar).
la celosía garabatea con trenzas de almanaque tu
azoro no pronunciado. yo iba ceniza,
corcho acústico aguijoneado por incógnitas,
y la risa pesaba lo inaguantable –sopesaba–
el cometido de las espinas con relación a la belleza,
pesaba.
pesa clueco, pesa eructos, flatos, errancias.
pesa botánica mineral y ojo sílfide, pesa homeopatía
(y fiestean las petroquímica infladas con delitos)
pesa endocrino, pesa impoluto un peso humano.
a tientas elucubramos el horror natural:
ausencia presente con el pretérito cercenado,
pesa diantre que comemos / y mi grito se
aglutina hasta la ortografía,
y el peso bruto es la carne que existimos.
astillas en el alba, pesaba, carta sin remitente la
cuerda del ahorcado.
b)
todas las máscaras son improbables cuando
nos atestiguamos el secreto.
vivo con un ¡no sé si…! / transcurro en la miga por
mucho que rebane. la intimidad manda mudar / yo
te sexo con todo mi imposible. sucedo uno de cada
vez multiplicado en atisbo y cada vez
todo el humano sucio que me han dado con tal
paliza se lava en su propia lágrima por alcanzar
el dolor que no busco, que nadie merece por mí.
¿será por eso tuerto el aprecio?
tasaba y destasaba luz hembra / resplandor fosco
amaneciendo la noche:
¡pesaba un hueco!
¡hueco de dios en la tierra!
¡hueco del cielo sin dios!
la aritmética hormonal desempeña su diseño.
lo heredado trola lo que puede, ¡así nomás!
el instinto aturdido se loquea: dejáronle la
contradicción que no le corresponde, lo embutimos en
un cotidiano devaluado en vida y el hueco crece y el
segundo avanza su año y los labios se
tuestan de recuerdos
¿y?
¿tanto vicio nos decimos
que leemos distorsionado el cogollo del otro?
c)
nos tenemos el uno al uno y también el uno al otro
(cuando nos dejamos) / y no paro de buscarte debajo de
cada cifra y su cojera en sintagma ardido; de-
bajo de la periferia;
debajo de mi pergamino pixelado o debajo de
mi debajo más incómodo.
y no aguanto, ¡ya no ya!
me aguaito al enredo contra tantas
y siempre te encuentro cuadrangulando círculos.
todavía nos quedan las comisuras y el llanto.
nos queda el brindis contra la infamia.
¿olvidas lo que te recuerda que filtras olvidos?
nos queda el adosado del tacto hacia el estrujo.
nos hemos cansado de olvidar para vivir el presente con
un equívoco subjuntivo (pellizco al porvenir).
nos queda reventar los nudos de la soledad compartida,
el gozo encubierto en la puerta del aullido.
olvidar el olvido
se hace plausible incluso en la piel de la entraña.
los inocuos nos delatan si abarcamos
renglones inesperados y pagamos la desobediencia.
eran así los atardeceres mientras lo engreíamos. ahora
nos queda ir marcados por el desafío:
alegorías o
hilachas de memoria para engalanar el ojo rengo.
3 (galope)
3-1
no puedo esperar:
a que abran la frontera
a que toda la garganta sea un eco
(la brisa del camino que nos aguarda
no pertenece a nadie
no hay norma ni resquicio de lindero
el fósforo declinante no habla vanos
rezongos, ni de lejos).
no puedo agujerearme de cadáver retrocedido o
a que mi sangre sea arena
o aquiescente la lujuria deportada
(hojalata en el perfil gago de mordaza, el olor
grueso de la noche el engrudo del golpe
el dolor del cuero / la orfandad).
y tampoco aguardar:
a que empiece a tener sentido
la mano de Caín en la historia,
a que sea yo el mismo sin miedo.
acaso ensayo una de las posibilidades de mi turno:
sapo del desierto, pez de árbol, fruta de pólvora,
espoleta de miel ‖ bufar a madeja: a tropel en muda.
criado a las orillas del abismo, inusitándome
enterré a mi muerte sin indulto alguno.
calambrea la fachada. cerrado élitro.
3-2
quiasma. en alta resolución los extravíos del sueño.
estro refractario
para que las lisonjas doblen su horizonte y perplejen.
aromático color gutagamba te esbelta: ceñido tul,
descansó tu pie
por sendas de Jagaraga, y recordaste los arrozales
enredados al delta del Ebro / ¡éntrame pronto! –dijiste.
geometral susurro
y te esfumaste contra el crepúsculo.
el monstruo de Bhoma sollozó sobre tu belleza
la cordura colocando melancolía en tu blusa
con la brea crápula de mis dedos
que han planchado
una estridencia.
4 (hilván y engastado)
4-1
desprendiese al caducar la altura
hasta dar cero placenta;
otrora, ya postergada, no debiera subordinarse:
a que el tema del organismo puntiagudo ocupe
el lugar de las visiones en sus aciertos y trampee
o que soplada de contractura en el sumando
vecinde a quien sustrae del moldeador el roce
(florete y panetela levitan
sordo considerar para mis pujanzas)
o que improvise el reverso –sin ecualizar–
cuando adelgázase la coartada en saborearte
alejándote con nieve de trombones.
¿oliste las hortensias flotando por entre los garfios?
4-2
un mar hecho tijeretazos ha
permitido lucubrar en tus pechos la escarcha de la noche.
los pétalos del relámpago se encabritan. tirita
el aire blindado. arrugada luz rebotando en
las escamas. mi desguace ablanda tu desnudez
a bocados / en poesía:
de la palabra el hueso ha de verse: de la letra
el nervio, el impulso latido ‖ un fraseo sangre le sincopa.
espejea el sin sentido estado de las cosas
y amerita sobre el tallo
retemblar como labios otros labios en los míos;
de súbito la primavera se otoñea / ¡aturdida partitura!
celda burilada en el tostado césped germina
la maqueta de caligrafía: oculta la promesa no
dicha / oligoelementos para nada;
el guarismo interpreta el quehacer del ombligo repetido.
¡nadie se purifica en las langas ni en los apotegmas!
un lied ajado no es lo peor que la melcocha del desatino
descuida en la retina de la duda.
del libro Sin Ambages (Amargord Ediciones)
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Yulino Dávila nace en el Perú. Estudió Psicología social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, y trabajó como tal en el departamento de Planificación del Ministerio de Transportes y Comunicaciones. Conjuga el trabajo poético con el mundo de las artes plásticas. En el año 1975 expone una muestra de su obra y abandona el ministerio para siempre y prepara su aventura por Europa. En febrero de 1977 fija sus cuarteles generales en España, desde donde colabora con diversas revistas locales y de Hispanoamérica. No ha recibido ninguna beca y estuvo a punto de lamentarse. Confiesa que escribe para sus pares y amigos. Carece de marchante.A mediados de los años 80, en pleno auge de la «movida madrileña», expone una muestra de sus dibujos en la prestigiosa “Casa Fugger” de Madrid,capitaneada por el editor, escritor y compositor Juan Luis Recio (hoy dedicado a labores más mundanas).